9 April, 2025

Adam Silver había subrayado una y otra vez que éste sería de nuevo un All Star más competido. Durante la entrega de trofeos, el comisionado de la NBA no pudo esconder su decepción tras ver cómo sus estrellas le habían fallado. Victoria de la Conferencia Este por 211-186 sobre la Conferencia Oeste. Varios récords anotadores rotos y el público en Indianápolis helado después de un evento que ni siquiera merece la descripción como partido de baloncesto.

“A los All Star del Este, habéis anotado más puntos que nadie. Bueno… felicidades”, comentó el máximo responsable de la liga con una sequedad sin precedentes. Su enfado era patente. Tampoco daban crédito los numerosos responsables de franquicia que se habían acercado a la cita o algunas de las grandes leyendas de la liga.

“Lo que realmente me gustaría ver es que jueguen duro esta noche en el All Star Game”, afirmó antes del encuentro el mito de los Boston Celtics y ejecutivo de los Indiana Pacers Larry Bird. “Es importante que cuando tengas a los mejores jugadores del mundo juntos vayan a competir. Hay que jugar duro, demostrar a la afición todo lo buenos que son”, agregó. Sin duda, su opinión no movió la aguja.

Resulta que el bochorno alcanzó cotas sin precedentes dentro de los vestuarios. Los jugadores del Este, al descanso, vieron una oportunidad para superar los 200 puntos y se aconchabaron para alcanzar la cifra. “Nunca se había hecho, y era nuestro objetivo… hemos visto cómo estábamos jugando y hemos pensando, ‘venga, vamos a por los 200’“, reconoció Jalen Brunson, All Star debutante por parte de los New York Knicks.

En vez de ponerse de acuerdo para competir, los jugadores acordaron redoblar sus esfuerzos para convertir el ridículo en mayúsculo. La culpa fue tanto de unos como otros, también de quienes criticaron la deriva del partido de las estrellas. “Desde el punto de vista del jugador, es divertido ir arriba y abajo. Pero al final del día, nuestra naturaleza competitiva no quiere un partido donde fluya tanto la anotación”, aseguraba LeBron James. “Hay que pensar en algo. Lo mejor de hoy es que nadie ha resultado lesionado, que todos hemos salido sin rasguños, igual que llegamos. Así que hace falta una conversación más profunda”.

Su compañero, Anthony Davis, no escondió el desinterés del partido hasta para los protagonistas del mismo. “Hablábamos de ello en el vestuario, lo mejor han sido los malabaristas de los Pacers y los Bulls, con el trampolín y todo eso. Han estado impresionantes”, decía el interior de Los Angeles Lakers. Ningún tipo de decoro con la afición a estas alturas.

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Anthony Edwards se eleva hacia el aro durante el All Star 2024 Darron Cummings / AP/LaPresse

Las nuevas generaciones, incluso, aseguran que jamás se tomarán en serio el partido de las estrellas. “Yo nunca veré un All Star como algo súper competitivo”, afirmaba Anthony Edwards, de los Minnesota Timberwolves. “Siempre es divertido, no sé que pueden hacer para que sea más competitivo. Todo el mundo lo ve… como un descanso. No creo que todos quieran venir aquí a competir”, añadía una de las estrellas jóvenes y rostro de futuro de la liga.

Encontrar una solución al All Star, que en 2023 tuvo sus peores cifras de audiencia de la historia -veremos este año- es primordial ahora que la NBA negocia el futuro contrato con las televisiones. Sigue siendo una de las perlas del paquete, de la oferta, pero el formato actual está sentenciado a muerte. La falta de claridad sobre una posible solución preocupa a los ejecutivos de la competición.

La verdad incómoda, además, es el precedente que establece el éxito de la Copa de la NBA. No hay incentivo más poderoso que el dinero. A eso, el comisionado y su grupo de trabajo tiene igualmente una respuesta desconcertante: los All Star sí cobran por ganar el partido de las estrellas. 100.000 dólares por cabeza para los vencedores, 25.000 para los perdedores. Queda claro que no es suficiente en una era donde el peso de la bolsa parece influir cada vez más en el deporte. En una liga donde los jugadores pueden ganar ya 50 millones por temporada y el salario mínimo es de un millón, ¿cómo convertir en incentivo unos cuántos centenares de miles de dólares? Así están la cosas. Complicadas.