18 February, 2025

Boston Celtics contra Dallas Mavericks. Tenemos una Finales de la NBA inéditas que coronarán al sexto campeón en seis años, un dato que nos traslada a una NBA aún por explotar, con la rivalidad entre Magic Johnson y Larry Bird en pañales y a punto de recibir el terremoto Michael Jordan. Eso se debe a que la última vez que sucedió algo similar fue entre 1975 y 1980, cuando se sucedieron los anillos de Golden State Warriors, Boston Celtics, Portland Trail Blazers, Washington Bullets, Seattle Supersonics y Los Angeles Lakers.

Esto puede verse como un resultado de la paridad que vivimos ahora mismo en la NBA, donde cada vez parece más complicado establecer una dinastía como las del pasado o la última vivida de los Golden State Warriors. La cantidad de talento repartido por la liga es enorme, y las normas salariales cada vez son más restrictivas con aquellos equipos que más gastan, entre los que se suelen colocar los contenders. Por lo tanto, podemos contar con que esta igualdad se mantenga a corto y medio plazo.

Lo bueno de ese nivel de igualdad es que se puede construir un equipo campeón de varias maneras diferentes. Los dos rivales de estas Finales son una buena muestra. Así es cómo se construyeron los Boston Celtics y los Dallas Mavericks, y cómo ambos tienen que agradecerle la asistencia a una tercera franquicia, los Brooklyn Nets.

Danny Ainge y Brad Stevens, las mentes preclaras de estos Celtics

Danny Ainge y Brad Stevens, las mentes preclaras de estos Celtics Getty Images

Parte 1: Boston, la firma de dos mentes superdotadas

Estos Boston Celtics llevan el sello de dos de las mentes más brillantes que han pasado por la NBA en las últimas décadas: Danny Ainge y Brad Stevens.

Danny Ainge sentó las bases iniciales del proyecto. El grupo liderado por Paul Pierce y Kevin Garnett ya había dado un anillo y otras Finales a los Celtics, pero estaba en clara cuesta abajo. Quizás en otra franquicia habrían mantenido el bloque hasta el final, estirando el chicle lo máximo posible para entrar después en una profunda reconstrucción, pero Garnett y Pierce querían seguir compitiendo, y Ainge quería obtener activos para relanzar la franquicia sin tener que esperar demasiado.

Ahí aparecieron los Brooklyn Nets de un Mikhail Prokhorov desesperado por ganar, que le dijo a su general manager que se hiciera como fuera con las estrellas de Boston. Así que los Celtics enviaron a Brooklyn a Garnett, Pierce y Jason Terry por un montón de contratos sin interés y tres primeras rondas y dos intercambios de ronda (pick swaps) sin protección alguna. Aquí Ainge marcó lo que sería el modelo a seguir a partir de ese momento para iniciar una reconstrucción, un estilo de traspaso buscando muchas primeras rondas que muchos han seguido desde entonces, incluidos sus Utah Jazz actuales.

Kevin Garnett celebra la victoria de los Nets

Kevin Garnett y Paul Pierce, durante su etapa en Brooklyn Propias

La base de los nuevos Celtics quedó establecida gracias a ese traspaso, al fichaje de Brad Stevens que había hecho Ainge en aquel mismo verano de 2013, y las incorporaciones de Marcus Smart y Al Horford entre 2014 y 2016. Los Nets se hundieron rápidamente en cuanto Garnett y Pierce bajaron notablemente su nivel por la edad, y esas primeras rondas se convirtieron en oro.

Boston utilizó el pick de primera ronda de 2016 para seleccionar a Jaylen Brown. Al año siguiente, en el Draft de 2017, utilizaron su derecho a intercambiar picks para quedarse con el número 1, y después lo traspasaron a Philadelphia para terminar eligiendo a Jayson Tatum. Y ese mismo verano traspasaron la elección de Brooklyn de 2018 junto con Isaiah Thomas a Cleveland a cambio de Kyrie Irving, ficharon como agente libre a Gordon Hayward y draftearon a Robert Williams.

Ese equipo ya había estado en Finales de Conferencia la temporada rookie de Brown, lugar del que solo se han bajado en dos ocasiones desde entonces. Sin embargo, no terminaban de dar el siguiente paso, el de las Finales. La lesión de Hayward fue el primer lastre, pero el mayor problema fue el deterioro de la relación con Irving y que este empezase a flirtear con la idea de irse a jugar con Kevin Durant a otro lugar, algo que terminó haciendo en 2019 poniendo rumbo a Brooklyn. Ese mismo verano perdían también a Horford a manos de los Philadelphia 76ers, algo que abrió el espacio salarial necesario para que Ainge pudiera fichar a Kemba Walker. Aquella temporada se terminó en la burbuja, con los Celtics cayendo de nuevo en Finales de Conferencia y los Miami Heat pasando a las Finales de la NBA.

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Kyrie Irving y Jaylen Brown, cara a cara durante un Celtics-Nets Charles Krupa / AP

El de Walker sería el último gran movimiento de Ainge en Boston. La siguiente temporada, la 2020-21, resultó decepcionante, siendo eliminados en primera ronda ante los Nets de Kyrie, Durant y James Harden. El ejecutivo, que es más de los Celtics que el Leprechaun, decidió que habían llegado a un punto muerto y que él igual no era la persona indicada para sacarles de ese lugar, así que dio un paso a un lado para que, en otro movimiento sorprendente, Stevens dejase el banquillo y ocupase su cargo en las oficinas.

Stevens es quien ha dado los últimos toques al equipo. Y no se ha cortado a la hora de ser agresivo manteniendo siempre la base Brown–Tatum que heredó. ¿Su primer movimiento? Traspasar a Walker, a quien los años y las rodillas se le echaron muy rápido encima, y recuperar a su añorado Al Horford. Después contrató a Ime Udoka como entrenador, alguien aprobado por los Jays pero que era capaz de ajustarles las tuercas con su alto nivel de exigencia. En su primer trade deadline hizo uno de los movimientos más infravalorados y a la vez importantes para este proyecto, haciéndose con Derrick White a cambio de salarios y una primera ronda.

En su primer año como responsable de las decisiones en los despachos, y en el primer año de Udoka como entrenador, los Celtics de Stevens se metieron en las Finales de la NBA. Allí se encontraron con un Stephen Curry aún capaz de alcanzar un nivel legendario, y después de ir 2-1 arriba vieron cómo se quedaban sin el anillo a manos de los Warriors.

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Joe Mazzulla conversa con Jayson Tatum durante un partido de los Celtics David Zalubowski / AP/LaPresse

Entonces llegó otro sobresalto, cuando se conoció la relación que Udoka mantenía con una trabajadora de la franquicia, lo cual terminó con el entrenador siendo suspendido, apartado y finalmente despedido por los Celtics. En una situación de emergencia, Stevens optó por la continuidad, pero unos cuantos de sus asistentes se habían marchado a otros proyectos, como Will Hardy, que se había marchado a Utah con Ainge. Joe Mazzulla probablemente no habría sido su primera opción en una situación ideal, pero era quien estaba allí y era respetado por los jugadores.

Esa temporada empezó turbulenta, fue irregular, pero terminó de nuevo con los Celtics en Finales de Conferencia. Los Heat volvieron a interponerse en su camino. Ya habían pisado unas Finales, y se podría pensar que con un poco de continuidad con Mazzulla podría bastar, pero Stevens nunca fue alguien que se conformase con el status quo. Por eso traspasó, en cierta medida, sacrificó a Marcus Smart, el favorito de la afición, para llevarse a Kristaps Porzingis, la pieza que abriría todo en ataque para Boston. Y al final del verano de 2023 pescó en río revuelto para llevarse también a Jrue Holiday como movimiento indirecto al traspaso de Damian Lillard.

Y así es como se construyeron estos Boston Celtics de Tatum, Brown, Holiday, White, Porzingis, Horford, Mazzulla y Stevens. Y un poquito aún de Ainge. Una máquina de jugar al baloncesto que busca su banner número 18, y tiene motivos de sobra para ser optimistas en estas Finales de la NBA de 2024.


Fuente: Mundo Deportivo