Marc Márquez afronta este domingo una cita decisiva: el Gran Premio de Japón en el Mobility Resort Motegi, donde podría recuperar el título de MotoGP con Ducati. El circuito japonés no es un trazado cualquiera para el español, ya que allí selló sus coronas en 2014, 2016 y 2018, además de conquistar múltiples victorias en distintas categorías.

Motegi, construido por Honda en 1997, se ubica a 150 kilómetros de Tokio, en la región montañosa de Kantō. Con una cuerda de 4.796 metros, es conocido como un clásico circuito stop&go, que combina seis aceleraciones fuertes con seis frenadas intensas. De hecho, el proveedor Brembo lo considera el más exigente para los frenos en todo el calendario, otorgándole el nivel máximo de dificultad (6 sobre 6).

El historial de Márquez en Motegi lo convierte en uno de sus circuitos fetiche: ganó en 125cc (2010), Moto2 (2012) y en MotoGP (2016, 2018 y 2019). Con cinco triunfos, comparte el récord de victorias con Dani Pedrosa. En este escenario, además, Márquez ha celebrado títulos mundiales, lo que potencia la expectativa de volver a consagrarse con Ducati este fin de semana.

La pista, que también alberga el Honda Collection Hall, ha sido sede del GP de Japón desde 2004, salvo en 2020 y 2021 por la pandemia. Con seis curvas a izquierdas, ocho a derechas y una recta principal de 762 metros, es el trazado en el que más se utiliza la primera marcha (tres veces por vuelta) y donde se realizan hasta 30 cambios de marcha.

En total, los pilotos utilizan los frenos durante 33 segundos por vuelta, lo que representa un tercio del recorrido, acumulando más de 13 minutos de frenadas en carrera. Por esa exigencia extrema, se obliga a los equipos a montar discos de 340 milímetros, superiores a los habituales de 320.

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