Michael Jordan volvió a ser protagonista del básquetbol mundial tras una entrevista emitida durante el regreso de la NBA a la cadena NBC. A sus 62 años, el ícono de los Chicago Bulls y considerado por millones como el mejor jugador de la historia, dejó una frase que conmovió a todos: “Ojalá me pudiese tomar una píldora mágica, ponerme los shorts y salir a jugar hoy mismo”.
Con esas palabras, “Su Majestad” dejó al descubierto una verdad universal entre los grandes atletas: la imposibilidad de desprenderse del fuego competitivo. “Es lo que soy. Ese tipo de competencia es para lo que vivo y la extraño. Desafiarme y desafiar a lo que la gente considera buen básquetbol”, explicó Jordan, con la mirada nostálgica de quien alguna vez desafió a la gravedad y al tiempo.
Durante la emisión —que marcó el retorno de la NBA a NBC tras más de dos décadas—, Jordan reconoció que lleva años sin tocar una pelota de básquet y que incluso en su casa no tiene un aro. “La última vez fue cuando alquilé una casa y los dueños me pidieron que tire un libre. No había estado tan nervioso en años. No agarraba la pelota hace muchísimo, y había chicos mirando. La presión era altísima. Pero metí los dos”, contó entre risas.
Sin embargo, también mostró una faceta más reflexiva, entendiendo que su rol en el deporte ya no está dentro del rectángulo de juego: “Tenemos la obligación de mejorar el juego desde afuera”, dijo con un dejo de resignación, pero también de madurez.
El anhelo de Jordan de volver a competir encierra un sentimiento que trasciende el deporte: el deseo humano de regresar a los tiempos felices, de revivir los momentos que marcaron una vida. En sus palabras, se percibe algo más profundo: la lucha imposible contra el paso del tiempo. “Extraño la competencia, extraño sentirme vivo en la cancha”, confesó.
En ese deseo, Michael Jordan representa a toda una generación que creció viéndolo volar. Un Ícaro moderno que demostró que los hombres también pueden desafiar el sol. Hoy, su vuelo es otro: el del recuerdo, el de la inspiración, el de la inmortalidad.
“Ojalá existiese esa pastilla mágica”, dice Jordan. Quizás todos, en el fondo, la estamos buscando.
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