
El Mundial de atletismo en pista cubierta de Glasgow (con dos bronces para España, de Ana Peleteiro y Fátima Diame) se cerró con dos récords mundiales, y no se puede decir que sorprendieran a casi nadie. Eran dos de las más esperables porque fueron mejoras no solo sobre la historia, sino también sobre las atletas que lo consiguieron en semanas precedentes.
Llegó primero el de Femke Bol, la prodigiosa neerlandesa que parece correr sin esfuerzo, y a los 24 años, metió otro mordisco a los 400 metros bajo techo y sus dos vueltas en curva cerrada, que completó en 49,17s, siete centésimas menos que su marca de hace dos semanas, nueve menos que la de hace un año, y 42 menos que la vieja marca de la checa Jarmila Kratochvilová en 1982, un registro que aguantó más de 40 años y que Bol hace ahora fosfatina con asiduidad.
Bol posee ya siete las marcas por debajo de 50 segundos, lo que proyecta su mejor tiempo al aire libre (49,44s para ganar el Europeo de Múnich 2022) a fronteras nunca alcanzadas, pero insiste en que el verano volverá a ser para los 400 metros vallas, para enfrentarse otra vez a Sydney McLaughlin, la estadounidense con la que no se enfrenta desde que le ganara en el Mundial de Eugene 2022.
“Esto me da confianza porque llevo cuatro semanas sin hacer vallas por esto, pero las echo de menos. Me gustan los 400 metros lisos y más en pista cubierta que al aire libre“, explicó, horas antes de ganar el segundo oro y convertirse en la reina de los campeonatos, como el pasado verano en el Mundial de Budapest, con el relevo 4×400 metros. Con Lieke Klaver, su eterna escudera, segunda en la prueba individual a un segundo (50,16s, ganó a la estadounidense Alexis Holmes, 50,24s), el oro estaba cantado y Bol lo cerró en 3:25.07 por delante de Estados Unidos y Gran Bretaña.
El otro récord esperable era de los 60 metros vallas. La bahameña Devynne Charlton, que hace tres semanas en los Millrose Games había borrado a Susana Kallur por una centésima con 7,67s y se quedó muy cerca de volver a hacerlo en Madrid (7,68s), se reservó en la primera ronda, amenazó en semifinales y desplegó todo su potencial en la final con 7,65 segundos, lo que le convierte en plusmarquista mundial en solitario después de que Tia Jones, ausente en Glasgow, le igualara su marca una semana después.
Charlton, de 28 años y solo 1,60 metros, una estatura escasa para una vallista, no encontró rival en el Emirates Aren de Glasgow, y superó a la vigente campeona, la francesa Cyrena Samba-Mayela (7,74s) y a la polaca Pia Skrzyszowska (7,79s).
“Esto significa mucho porque me había fijado grandes objetivos esta temporada. No he cambiado mucho mi técnica, sólo algunos retoques, pero he estado trabajando duro fuera de la pista, asegurándome de que mi salud mental fuera buena y trabajando con un psicólogo deportivo. Simplemente me cuido. Las pista cubierta también se adapta muy bien a mis habilidades”, dijo Charlton, al término de la prueba.
El tercer récord no pudo llegar. Se esperaba del sospechoso habitual, Armand Duplantis, en el salto con pértiga. Solo diez días antes del campeonato se quedó muy cerca de superar los 6,24 metros en el segundo intento del All Star Perché de Clermont-Ferrand (Francia), pero en Glasgow se mostró muy errático, con dos nulos en 5,85 metros, un nulo en 5,95 metros y otros dos nulos en 6,05m, ya en solitario, y tres fallos claros sobre la altura del récord.
Aún así, el sueco ganó su cuarto título mundial entre el invierno y el verano, con solo 24 años, con la mejor marca mundial del invierno sobre el estadounidense Sam Kendricks (5,90m) y el griego Emmanouil Karalis ‘Manolo’ (5,85m).
Fuente: runnersworld.com