Pasaron tres semanas de la aplastante victoria de Sol Baumstarh en el Luna Park, el recinto con el que todo boxeador anhela desde que se calza unos guantes de boxeo por primera vez. Aquella noche, la púgil de Brandsen dejó a más de un espectador y especialista del noble arte con la boca abierta. Sí, aquella joven que perdió seis de sus primeras nueve peleas volvía a aniquilar a una oponente, con una agresividad y potencia poco común en el pugilismo femenino. La víctima fue Sofía Méndez, quien le permitió a “La Picante” aumentar su racha de victorias consecutivas a seis, además de posicionarla como la boxeadora del momento.
Actualmente es la campeona sudamericana minimosca, aunque en una época en la cual los cinturones parecen no tener el valor correspondiente, el andar en el ring de la pupila de Juan “Látigo” Coggi es lo que invita a ver cada una de sus peleas. Un estilo y una brutalidad única, en un cuerpo de poco menos de 49 kg. Baumstarh dialogó en exclusiva con Tomás Aguirre, periodista de Boxeo de Primera, a quien le confesó la importancia y el alivio que le generaron sus últimos triunfos: “Estoy muy feliz por el batacazo que di, porque venía de un récord negativo y lo pude dar vuelta, para mí es muy importante. Además, haber ganado por nocaut en el Luna Park no me lo esperaba, sé que pegó fuerte, pero no salgo a buscarlo, aunque esta vez quise salir a mostrar mi agresividad y mostrar que acá está la campeona”.
Uno ve sus últimas apariciones e imagina a una púgil con un récord asombroso, que desde el primer momento despertó el interés de promotores, especialistas y fanáticos, aunque sus inicios estuvieron muy lejos de ser los soñados. Con tan solo ocho años, Sol comenzó a pasar tiempo en el gimnasio de su padre, en aquel entonces el único que había en Brandsen. Cuando en el mundo del boxeo se escucha nombrar esa ciudad, es inevitable no recordar al tres veces campeón del mundo Coggi, quien llegó a entrenar en el establecimiento mencionado anteriormente. Retomando con los primeros pasos de la joven de 25 años, debió acostumbrarse a entrenar rodeada de hombres, aunque con el fiel apoyo de su padre.
Fue a los 16 años cuando afrontó su primera pelea como amateur, una carrera que contó con 25 combates, aunque en su gran mayoría frente a boxeadoras que se repitieron, incluso en el ámbito profesional, tal como Ayelen Granadino, Aixa Adema y Celeste Alaniz, entre otras. El poder siempre estuvo, aunque desde su debut en el campo rentado, a los 20 años, costó encontrar el camino que le permita desear grandes cosas.
Si bien en sus primeras nueve peleas obtuvo un récord de 2-6-1 (1 KO), lo cierto es que enfrente siempre hubo oposición de primer nivel, como Alaniz (con quien perdió en dos oportunidades), Granadino, Jennifer Meza (fue una de sus dos victorias), Carla Merino y Débora Gómez. La falta de alguien que le maneje su carrera de una manera más óptima la llevó a realizar el cambio que definió su futuro: “Siempre me llevaban a perder, estábamos cansados de todo eso, lo que me llevó a tomar la decisión de ir a trabajar con Juan (Coggi). Todas esas peleas me ayudaron para crecer, porque fueron todas muy buenas boxeadoras”
Si la carrera de “La Picante” buscaba una reconstrucción, las modificaciones debían hacerse presentes. No bastaba únicamente con un cambio de esquina y manejador, la búsqueda debía ser más profunda, y se encontró en su victoria ante la excampeona argentina y sudamericana Andrea Sánchez, en lo que significó el inicio de su actual racha ganadora: “Ahora estoy peleando en mi categoría, minimosca. Todas las que perdí fueron en mosca, que no es mi división natural, y eso afecta. Yo combatía contra rivales que eran mucho más pesadas que yo, cuando empecé a entrenar con Juan eso cambió. Cuando tiré a “La Cobrita” me di cuenta de que este era mi peso, así que vamos a seguir en minimosca o menos”.
A los cambios mencionados anteriormente se le sumó bajar una división, lo cual ayudó para que su impactante poder comience a dar resultado. En el siguiente combate superó, también por nocaut técnico, a la invicta Romina Sosa, alzándose con el cinturón sudamericano minimosca que aún conserva. Continuaron victorias antes del límite frente a Camila Avaca, a quien le propinó un uppercut que perdura en el recuerdo de los fanáticos, Laura Valdevenito y la reciente contra Méndez, además de un triunfo en las tarjetas ante Adema, siempre exponiendo su faja.
Por supuesto que el trabajo en el gimnasio fue fundamental para pulir un estilo único y destructivo en la actualidad, aunque el orgullo de Brandsen no duda en afirmar que lo mental fue crucial para entender lo peligrosas que pueden resultar sus manos: “Me faltaba un poco de confianza para demostrar que pegó fuerte, no podía demostrarlo arriba del ring. Siempre pegué fuerte, pero fuimos trabajando esa potencia desde lo técnico para poder usarla mejor. Fueron muchas cosas que me acomodaron. Sé que puedo sacarlas antes del límite, pero nunca pienso que voy a ganar por nocaut. Siempre me preparo para pelear a diez rounds”.
El 2023 aún es joven para Baumstarh, quien goza de un presente impensado hace algunos años. Su agresividad y la espectacularidad de sus combates la posicionan en el ojo de todo el mundo del boxeo, que no quiere perder de vista sus pasos, aunque “La Picante” no se desespera y prefiere no quemar etapas: “Queremos ir de a poco, no tenemos apuro. Todo llega a su tiempo, pero a mí me gustaría llegar a lo más alto, quiero todos los títulos de mi categoría”.
Tan solo dos días después de su última victoria, la campeona sudamericana minimosca volvió al gimnasio, con una motivación que la acompaña hace seis peleas. La felicidad de reconstruir una carrera que parecía no tener rumbo está presente, aunque la dinamita de sus puños la obligan a no conformarse con ser la boxeadora del momento. Aún no tiene fecha para su próximo combate, pero el olor a nocaut la acompañará a cualquier ring del mundo.
Fuente: TyC Sports